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domingo, 30 de junio de 2013
jueves, 20 de junio de 2013
sábado, 15 de junio de 2013
viernes, 14 de junio de 2013
lunes, 10 de junio de 2013
¿PRACTICAMOS LA MISERICORDIA?
LA
MISERICORDIA
“Hay en el Cielo una misericordia, a la cual se llega a través de la
misericordia terrena”
Por muy justas que lleguen
a ser las relaciones entre los hombres, siempre será necesario el ejercicio
cotidiano de la misericordia, que enriquece y perfecciona la virtud de la
justicia.
La actitud misericordiosa
se ha de extender a necesidades muy diversas: materiales, de orden moral. La
misericordia es, como dice su etimología, una disposición del corazón que lleva
a compadecerse, como si fueran propias, de las miserias que encontramos cada
día. Por eso, en primer lugar debemos ejercitarnos
en la comprensión con los defectos ajenos, en mantener una actividad positiva,
benevolente, que nos dispone a pensar bien, a disculpar fácilmente fallos y
errores, sin dejar de ayudar en la forma que resulte más oportuna. Actitud
que nos lleva a respetar la igualdad radical entre todos los hombres, pues son
hijos de Dios, y las diferencias y peculiaridades de cada personalidad. La
misericordia supone una verdadera compasión, el compartir efectivamente las
desdichas de nuestros hermanos, tanto materiales como espirituales.
El Señor hizo de esta
bienaventuranza (Bienaventurados los
misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia (Mt 5,7) EL CAMINO RECTO PARA ALCANZAR LA FELICIDAD EN ESTA VIDA Y EN LA OTRA.
Nos enseña, que la verdadera felicidad no
consiste en tomar y poseer, en juzgar y tener razón, en imponer la justicia a
nuestro modo, sino más bien en dejarnos tomar y asir por Dios, en someternos a
su juicio y a su justicia generosa, en aprender de Él la práctica cotidiana de
la misericordia. Entonces, comprenderemos que hay más gozo en dar que en recibir. Un corazón compasivo y
misericordioso se llena de alegría y de paz. Así alcanzamos también esa
misericordia que tanto necesitamos; y se lo deberemos a aquellos que nos han
dado la oportunidad de hacer algo por ellos mismos y por el Señor. San Agustín
nos dice que la misericordia es el lustre del alma, la enriquece y la hace
aparecer buena y hermosa.
(Meditación Diaria,
Hablar con Dios)
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